Los republicanos lo dejaron más claro que el agua: si llegan a la Casa Blanca en las próximas elecciones emprenderán, por derecho divino, una cruzada que beneficiará a las empresas para extirpar el desempleo y la pobreza y mantendrán su espada en alto para garantizar al mundo libertad y democracia.
Mitt Romney
y Paul Ryan no mencionaron al Tea Party al concluir esta semana la convención que los
consagró como candidatos republicanos, pero encarnaron prácticamente todas sus
reivindicaciones ultraderechistas. En un tono mesiánico equivalente al usado
por los fundamentalistas islámicos que derribaron las Torres Gemelas, Ryan
subrayó la comunión ideológica de la fórmula: "nos une la visión de que
nuestros derechos proceden de la naturaleza y de Dios, no del gobierno".
Romney,
quien libra una dura lucha para sacarse el mote de "progresista" que
le adjudican los más conservadores, respondió como esperaba el Tea Party, una
agrupación xenófoba, defensora del individualismo y el libre mercado a
ultranza, que tiene entre sus líderes a su compañero de fórmula.
Estados
Unidos defenderá la democracia en todo el mundo y preservará un "poder
militar que sea tan fuerte que ningún país se atreverá a desafiarlo",
afirmó ante un auditorio inflamado de patriotismo y emocionado hasta las
lágrimas. "Defenderemos la constelación de derechos que provienen de
nuestro creador y que han sido codificados en nuestra Constitución",
agregó.
Al aceptar
la nominación de su partido, los dos candidatos republicanos atacaron con
severidad a Barack Obama, quien trata de impulsar la reactivación económica
mediante inversiones del Estado y regulando la voracidad de los mercados
financieros.
Tanto para
Romney como para Ryan, quien a sus 42 años se ha convertido en el defensor más
duro del adelgazamiento del Estado, la política del presidente demócrata es un
ataque al corazón del capitalismo y por ende se ha convertido en un enemigo del
espíritu estadounidense.
Tras acusar
a Obama de no hacer nada por los millones de desempleados que dejó la
administración del republicano George W. Bush, Romney arrancó los aplausos de
los sectores más retrógrados de su partido al burlarse de los problemas
ecológicos que padece el planeta.
"El
presidente Obama prometió retardar la subida de los océanos y sanear el
planeta. Mi promesa es ayudarles a ustedes y sus familias", generando
empleos y atacando el gran déficit que padece el Estado, subrayó el ex
empresario multimillonario.
Según los
candidatos republicanos y la plataforma de su partido, se generarán unos 12
millones de empleos reduciendo la carga impositiva de las empresas y se saneará
las finanzas estatales haciendo el mayor recorte presupuestal en la historia
del país, que incluiría la privatización de la seguridad social, desde la
asistencia sanitaria y las pensiones hasta la eliminación de toda ayuda a los
sectores menos favorecidos.
La promesa
del binomio Romney-Ryan apunta a asegurar el voto de los sectores más
conservadores, quienes acusan a Obama de "socialista" por tratar de
convertir al Estado en el motor de la economía, cobrar mayores impuestos a los
que más ganan y apoyar con programas sociales a los que menos tienen.
Sin embargo,
está por verse si podrán concitar el apoyo del amplio abanico de votantes
independientes, que suman un 30% del electorado, clave en una
elección como la que se celebrará el 6 de noviembre.
En este
terreno no ayudan en nada las "mentiras" que descubrió la prensa
estadounidense –entre otros el New York Times– en los discursos de los
candidatos republicanos, como la acusación de que Obama cerró una planta de
General Motors cuando esa decisión se tomó antes de que resultara electo.
Esa actitud
deshonesta para quien es considerado como el salvador de la industria
automotriz –y con ello miles de empleos– se suma a las sospechas que pesan
sobre Romney sobre el origen de su fortuna.
Los
demócratas han denunciado reiteradamente que el republicano amasó unos 250
millones de dólares desguazando empresas, con el costo que implica en puestos
de trabajo, y evitando el pago de impuestos mediante manejos oscuros en
paraísos fiscales.
Según las
encuestas, tampoco parece que le vayan a llevar votos a Romney-Ryan algunos
puntos acordados en la convención de
Tampa, como la prohibición del aborto, el desconocimiento del matrimonio
homosexual y medidas radicales contra los inmigrantes.
Este último
acuerdo afecta en particular a los latinos. La primera minoría del país, a la
que pertenece uno de cada seis ciudadanos, defiende por lo general posiciones
conservadoras, pero está muy preocupada por la dureza de las medidas
migratorias que se proponen y que ya fueron adoptadas en algunos estados
gobernados por republicanos.
Los sondeos
indican que los republicanos, con el respaldo de los sectores más derechistas
del país, están a las puertas del poder. Pero al mismo tiempo señalan, a menos
de diez semanas para los comicios, que seguirán durmiendo fuera de la Casa
Blanca si no hacen concesiones que les atraigan votos extrapartidarios.
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