1 sept 2012

El fundamentalismo republicano se lanza por la Casa Blanca





Los republicanos lo dejaron más claro que el agua: si llegan a la Casa Blanca en las próximas elecciones emprenderán, por derecho divino, una cruzada que beneficiará a las empresas para extirpar el desempleo y la pobreza y mantendrán su espada en alto para garantizar al mundo libertad y democracia. 
Mitt Romney y Paul Ryan no mencionaron al Tea Party al concluir esta semana la convención que los consagró como candidatos republicanos, pero encarnaron prácticamente todas sus reivindicaciones ultraderechistas. En un tono mesiánico equivalente al usado por los fundamentalistas islámicos que derribaron las Torres Gemelas, Ryan subrayó la comunión ideológica de la fórmula: "nos une la visión de que nuestros derechos proceden de la naturaleza y de Dios, no del gobierno".

Romney, quien libra una dura lucha para sacarse el mote de "progresista" que le adjudican los más conservadores, respondió como esperaba el Tea Party, una agrupación xenófoba, defensora del individualismo y el libre mercado a ultranza, que tiene entre sus líderes a su compañero de fórmula.
Estados Unidos defenderá la democracia en todo el mundo y preservará un "poder militar que sea tan fuerte que ningún país se atreverá a desafiarlo", afirmó ante un auditorio inflamado de patriotismo y emocionado hasta las lágrimas. "Defenderemos la constelación de derechos que provienen de nuestro creador y que han sido codificados en nuestra Constitución", agregó.
Al aceptar la nominación de su partido, los dos candidatos republicanos atacaron con severidad a Barack Obama, quien trata de impulsar la reactivación económica mediante inversiones del Estado y regulando la voracidad de los mercados financieros.
Tanto para Romney como para Ryan, quien a sus 42 años se ha convertido en el defensor más duro del adelgazamiento del Estado, la política del presidente demócrata es un ataque al corazón del capitalismo y por ende se ha convertido en un enemigo del espíritu estadounidense.
Tras acusar a Obama de no hacer nada por los millones de desempleados que dejó la administración del republicano George W. Bush, Romney arrancó los aplausos de los sectores más retrógrados de su partido al burlarse de los problemas ecológicos que padece el planeta.
"El presidente Obama prometió retardar la subida de los océanos y sanear el planeta. Mi promesa es ayudarles a ustedes y sus familias", generando empleos y atacando el gran déficit que padece el Estado, subrayó el ex empresario multimillonario.
Según los candidatos republicanos y la plataforma de su partido, se generarán unos 12 millones de empleos reduciendo la carga impositiva de las empresas y se saneará las finanzas estatales haciendo el mayor recorte presupuestal en la historia del país, que incluiría la privatización de la seguridad social, desde la asistencia sanitaria y las pensiones hasta la eliminación de toda ayuda a los sectores menos favorecidos.
La promesa del binomio Romney-Ryan apunta a asegurar el voto de los sectores más conservadores, quienes acusan a Obama de "socialista" por tratar de convertir al Estado en el motor de la economía, cobrar mayores impuestos a los que más ganan y apoyar con programas sociales a los que menos tienen.
Sin embargo, está por verse si podrán concitar el apoyo del amplio abanico de votantes independientes, que suman un 30% del electorado, clave en una elección como la que se celebrará el 6 de noviembre.
En este terreno no ayudan en nada las "mentiras" que descubrió la prensa estadounidense –entre otros el New York Times– en los discursos de los candidatos republicanos, como la acusación de que Obama cerró una planta de General Motors cuando esa decisión se tomó antes de que resultara electo.
Esa actitud deshonesta para quien es considerado como el salvador de la industria automotriz –y con ello miles de empleos– se suma a las sospechas que pesan sobre Romney sobre el origen de su fortuna.
Los demócratas han denunciado reiteradamente que el republicano amasó unos 250 millones de dólares desguazando empresas, con el costo que implica en puestos de trabajo, y evitando el pago de impuestos mediante manejos oscuros en paraísos fiscales.
Según las encuestas, tampoco parece que le vayan a llevar votos a Romney-Ryan algunos puntos acordados  en la convención de Tampa, como la prohibición del aborto, el desconocimiento del matrimonio homosexual y medidas radicales contra los inmigrantes.
Este último acuerdo afecta en particular a los latinos. La primera minoría del país, a la que pertenece uno de cada seis ciudadanos, defiende por lo general posiciones conservadoras, pero está muy preocupada por la dureza de las medidas migratorias que se proponen y que ya fueron adoptadas en algunos estados gobernados por republicanos.
Los sondeos indican que los republicanos, con el respaldo de los sectores más derechistas del país, están a las puertas del poder. Pero al mismo tiempo señalan, a menos de diez semanas para los comicios, que seguirán durmiendo fuera de la Casa Blanca si no hacen concesiones que les atraigan votos extrapartidarios.

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