6 jun 2012

Los europeos ya no quieren gato por liebre



Los europeos, inmersos en una crisis que les exprime tanto los bolsillos como las esperanzas, están hastiados de perder empleos y beneficios sociales en aras de salvar a la banca y sus jugosas especulaciones financieras.
La mayoría de ellos desconfían del libre mercado, se oponen a los recortes presupuestales que hicieron humo sus estados “de bienestar” y rechazan que la Unión Europea (UE) se arrogue la autoridad de controlar sus cuentas como condición para rescatar sus bancos y evitar un default. En otras palabras, la profundización de la crisis de Europa, que ya hizo sucumbir a varios gobiernos, está poniendo en tela de juicio la viabilidad de las tradicionales recetas neoliberales de austeridad y endeudamiento, según un extenso estudio del Pew Research Center, centro de investigación independiente sin fines de lucro con sede en Washington.
De acuerdo al sondeo llevado a cabo en ocho países de la UE, una media del 66% cree que la integración económica debilitó sus economías, cifra que asciende al 70% en Grecia. Sólo en Alemania, cuya banca e industria se beneficiaron por ahora con la crisis de sus vecinos, la mayor parte de la gente (59%) sostiene que la integración europea no fue buena para su país, concluye el análisis tras encuestar a 8.097 personas en Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Italia, Polonia y República Checa.
Tal como sucedió en Argentina a principios de este siglo, cuando el glamour de contar con un peso equiparado al dólar se tradujo en cifras récord de pobreza, desocupación y endeudamiento, los europeos también comenzaron a desencantarse del euro. El 63% de los consultados en los cinco países que pertenecen a la eurozona piensan que la moneda común no fue positiva. Para muchos, incluso, se ve como un pesado lastre que encarece las exportaciones y el turismo, reduciendo la producción y el empleo, y comienzan a añorar su relegadas monedas locales. En la acera de enfrente, los países que no adoptaron el euro están satisfechos con sus propias monedas, en particular los británicos (73%).
En este marco, resulta normal que el 61% de los entrevistados -porcentaje que en Grecia llega a 85% y en España a 75%- tengan una opinión desfavorable sobre el Banco Central Europeo, institución clave para hacer frente a la crisis del euro.
En términos más generales, el estudio señala que a medida que aumentan las críticas a la unidad europea, se erosiona la fe en sus beneficios y en sus instituciones. “Desde 2009, la convicción de que la integración económica, la razón de ser de la UE, debilitó las economía nacionales ha crecido en 22 puntos porcentuales en la República Checa, 20 en Italia y 18 en España. Desde el 2007, el apoyo a la UE como organización cayó 20 puntos en España y la República Checa, 19 en Italia y 14 en Polonia”, subraya el documento.
Para variar, sólo en Alemania hay una extendida creenciade que la pertenencia a la UE ha producido bonanza económica.
Nuevamente con la excepción de Alemania, donde el 73% está contento con el rumbo económico, en el resto una amplísima mayoría desaprueba la gestión económica de sus gobiernos, todas ellas signadas por planes fondomonetaristas. Los más críticos son los griegos (98%), españoles (90%) e italianos (89%), sobre una media del 84% que piensa que la economía no está funcionando bien.
Por último, la incapacidad del neoliberalismo para encausar la crisis y buscarle una salida socialmente aceptable ha comenzado a minar el apoyo al capitalismo de libre mercado. Sólo en los tres países centrales de los ocho sondeados cuenta con un respaldo sólido: Alemania (69%), Gran Bretaña (61%) y Francia (58%). Pero en los periféricos, donde se padece la crisis, desde 2007 la confianza en el capitalismo decayó 23 puntos porcentuales en Italia, 20 en España y 15 en Polonia.


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