Una vez más, los demócratas están de fiesta. Barack Obama
logró que el Senado comience a discutir la ley más restrictiva sobre el control
de armas planteada en los últimos 20 años para reducir las matanzas que cada
tanto sacuden al país. Gracias a un acuerdo bipartidario para ampliar la
averiguación de antecedentes antes de cada venta comercial de armas, los
demócratas consiguieron por 68 votos contra 31 –ocho más de los necesarios- que
el Senado comience a debatir un paquete de medidas que endurecerían la regulaciones
vigentes.
Sin embargo, como sucedió con todas las grandes reformas
que el presidente propició en sus más de cuatro años de gobierno, las promesas
de grandes cambios pueden quedar reducidas a paliativos de relativa cuantía en
las negociaciones con los republicanos.
De hecho, para lograr que el Senado acepte discutir este
tema tuvo que hacer concesiones, algunas de ellas claves para impedir que los
civiles tengan en sus manos poderosas armas de fuego. Por ejemplo, la propuesta
bipartidista descartó de la iniciativa original de Obama la prohibición total
de las armas de asalto, eufemismo bajo el cual se venden a civiles armas
militares con modificaciones que reducen en poco o nada su poder de fuego.
La propuesta de los dos senadores que negociaron la
iniciativa, el demócrata Joe Manchin y el republicano Patrick Toomey, afecta
también otro punto importante. Se exigiría el pedido de antecedentes criminales
y de salud mental para las compras en ferias o a través de internet, donde se
comercializa el 40% de las armas. Pero ese requisito no sería necesario para
las transacciones que se hagan entre particulares, como lo deseaba la Casa
Blanca.
Sin embargo, pese a las concesiones, nadie garantiza que
las restricciones acordadas terminen endureciendo las regulaciones de la Segunda
Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, donde se establece el derecho a
tener y portar armas.
En principio, el hecho de que el acuerdo haya contado con
el apoyo de 16 legisladores republicanos no significa que su partido vaya a
respaldarlos. Por el contrario, dos distinguidos miembros del partido, los
miembros del ultra derechista Tea Party Randal Paul y Marco Rubio, ya
anunciaron que harán lo imposible por bloquear la iniciativa presentando una
batería de enmiendas que por lo menos prolongaría el debate. Sumado a ello, hay
senadores demócratas que representan a estados partidarios de la tenencia de
armas, como Alaska o Arkansas, que probablemente terminarían dando sus votos a
sus contrincantes. Y por si fuera poco, si la nueva ley logra imponerse en el
Senado todavía debería pasar por la Cámara de Representantes (diputados), donde
los republicanos tienen la mayoría.
Sobre demócratas y republicanos hay una presión
indiscutible: la de la Asociación Nacional del Rifle. Este poderoso “lobby”,
que representa a la industria del sector y aglutina a los defensores de la
Segunda Enmienda, ya amenazó con bajar la calificación de los legisladores que
favorezcan la iniciativa presidencial.
Obama, que lleva cuatro meses de dura campaña a favor de
la restricción, tiene a su favor la conmoción que produjo la matanza de la
escuela de Newtown, donde un joven de 20 años asesinó a 20 niños y seis adultos
con un fusil de asalto y luego se suicidó. Según una encuesta de la cadena CNN,
el 86% de los estadounidenses está a favor de exigir antecedentes criminales y
de salud a todos los que adquieran armas, ya sea una transacción comercial o
privada.
Los datos favorecen sin duda al presidente. Un estudio
reciente de la por el Center for American Progress señaló que los Estados con
menos restricciones para la compra de armas son los que tienen un índice más
elevado de violencia armada. "Se cumplen 100 días de la tragedia de
Newtown. Desde entonces murieron más de 2000 personas porque estaban en el
sitio equivocado en el momento equivocado. Cada día que pasa sin que hagamos
algo para evitarlo, son arrebatadas más vidas por una bala disparada por un
arma", afirmó el mandatario en su campaña.
Pero pese al consenso que reflejan los sondeos, la suerte
que correrán las reformas de Obama es por lo menos incierta.
La presión popular se reflejó en el acuerdo alcanzado por
los dos partidos para discutir la iniciativa presidencial en el Senado. Pero
las profundas diferencias entre los legisladores hacen temer fuertes
negociaciones y la sanción de una ley que no termine conformando a nadie. «
Los puntos principales de la norma
- Calificar como delito federal el tráfico de
armas.
- Prohibir la venta de 157 tipos de armas de
asalto.
- Limitar a diez la cantidad de proyectiles por
cargador.
- Exigir antecedentes penales y mentales para todas
las operaciones de armas, comerciales o particulares.
- Aumentar el presupuesto para dotar de mayor
seguridad a las escuelas.
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